Envejecer no es para todxs. Es un hecho que no todas las personas tendremos la oportunidad de llegar a ser viejos, y esto es por diferente causas estructurales donde la pobreza, desnutrición, conflictos armados, violencias racistas, de género, la transfobia[1] y diversas desigualdades, configuran que la esperanza de vida no se acerque ni a los 60 años. Por otra parte, muchas personas morirán por accidentes, enfermedades, injusticias, balas perdidas, se les privará de la vida de maneras fortuitas o crueles, se les orillará al suicido. También existe la libre determinación de no querer envejecer y de detener la vida antes de que esto suceda. Algunos envejecerán, otros no.
Mi intención en este texto es realizar un ejercicio de imaginación, de recrear con esperanza la propia vejez. De compartir, de manera breve, diferentes voces y experiencias de vida. Porque si bien vivimos en un mundo incierto y como dicen los abuelos, “Nadie tiene la vida comprada”, el deseo y la imaginación individual y colectiva son armas poderosas. Pregunté a cuatro personas diferentes: ¿Quieres envejecer, has pensado en envejecer? Sí o No y ¿Por qué? Y si pudieras elegir la mejor manera para hacerlo y las mejores circunstancias para vivir esta etapa, ¿cómo te gustaría envejecer?
M. de 21 años me contestó: “Sí, he pensado en envejecer y me imagino envejeciendo en un campo. En un lugar donde no tenga que preocuparme por mi seguridad y por saber que estoy haciendo daño a la tierra. Me gustaría vivir en una comunidad en la montañita lejos del caos, donde tengamos un huerto, donde se produzca para nosotras mismas. Pensar así me recuerda a nuestros antepasados, a esas maneras de vida que muchos llaman como “primitivas”.
Por su lado, S. de 61 años me respondió lo siguiente “Quisiera tener solvencia económica para viajar, conocer playas, cenotes, otros lugares. Por el momento me conformo con estar tranquila, tejiendo, viendo películas, cocinando, estando en casa, dadas las circunstancias no se puede salir, pero quisiera nadar, bailar, convivir con mis compañeras de mi misma edad y más grandes. Cuando ya no pueda con mi alma, me gustaría recluirme en un centro de adultos mayores. Antes no pensaba en esto, siempre pensaba en que iba a estar joven y fuerte, ahora sí me gustaría terminar ya más viejita en una casa de asistencia”.
En el sector privado, en México existen 819 asilos registrados[2] y hasta el censo del 2015 hay al menos 12 millones 436 321 mexicanos mayores de sesenta años. En el 2035, 1 de cada 5 adultos mayores vivirá en la extrema pobreza. El costo de asilos en México varía, pero comienza al menos con una cuota de 10,000.00 al mes.
Mi amigo M. de 31 años me comparte “He pensado en envejecer, pero no quiero envejecer. No me gustaría, no sé por qué, pero siempre he pensado que no quiero hacerlo, que me pondré un límite de vida”. Le pregunto si asocia una imagen o idea del envejecimiento y me responde: “Sí, distintas. Pienso en mis abuelas, que eran muy lindas, calurosas, cálidas y de casa y se me hace algo lindo, pero mis abuelos, no, y su imagen de viejos me parece un poco repulsiva”.
Finalmente E. de 29 años me cuenta “Soy una persona que ha pensado mucho en su futuro, pero siempre en un futuro a corto plazo. Pero, sí he pensado en envejecer. Mientras envejezco la visión del envejecer cambia, antes pensaba en ser una abuelita, con mi casita, ser doctora con muchos nietos. Ahora ya no quiero ser doctora, pero tal vez sí tener nietos, aunque pueden ser “escogidos”. Para ella la idea de hacer comunidad es primordial “Pienso mucho en hacer comunidad, en cómo podemos hacer comunidad desde otras formas que salgan de la familia nuclear, para tener acompañamiento en otras etapas de la vida”, termina diciéndome “Quiero tener un jardín, me gustaría convivir más en el campo, estar al aire libre, con mi comunidad; poder viajar, hacer caminatas, cocinar para muchas personas, aprender a cocinar más, me gustaría poder transmitir historias siendo adulta mayor, a través de la oralidad, el arte. Con tanta sabiduría de la vida hay muchas historias para transmitir”.
Estos son los relatos que la gente cercana a mí me regaló. Por mi parte, me gustaría tener una vejez plena y digna; quiero imaginarla lo más tranquila posible. Ante mi realidad, a la par de imaginar, surge la necesidad de organizar una reflexión colectiva en el presente sobre la vejez del presente y del futuro para ir armando entre varixs diversos escenarios más vivibles y que correspondan con aquello que queremos.
[1] La esperanza de vida de las mujeres trans en México es de 35 años https://verne.elpais.com/verne/2020/06/28/mexico/1593358995_407620.html
[2] https://www.gob.mx/profeco/documentos/asilos-una-alternativa-para-el-cuidado-y-atencion-de-los-adultos-mayores?state=published
