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Texto: Carolina López

Uno indudablemente en su día a día se encuentra lidiando con las perdidas. Quizá no ponemos atención, pero a diario perdemos cabello al peinarnos, el ciclo de utilidad de algunos de nuestros objetos termina, o tenemos que deshacernos de cosas que son significativas e importantes para nosotros (como la ropa o los libros) porque ya no son de utilidad o simplemente alguien puede darles un uso mayor. Esto sin duda es para nosotros los humanos un proceso de duelo o pérdida, en el cual experimentamos sentimientos de tristeza o nostalgia.

Al hablar del duelo, también hablamos del significado de la muerte. Esté tema puede causar una gran controversia cuando uno vive una pérdida significativa de un ser querido, así que no profundizaré en ello. Cada uno tendrá su forma de concebir la muerte; hablar del tema abriría un gran debate. Este texto busca generar una reflexión sobre este proceso que sin dudar cada uno de nosotros vivirá de diferente forma.

Terminando con el soliloquio anterior, les comparto cómo es que desde las experiencias colectivas generadas por los adultos mayores de Casa de la Divina Providencia pude conocer  cómo ellos viven y se enfrentan al proceso de duelo en la vejez. ¡Si, al vivir la vejez ellos se enfrentar a diferentes perdidas! Algunas son: las relaciones afectivas, las relaciones sociales, la pérdida auditiva, de la vista, deterioros cognitivos, la pérdida de empleo, y cambios físicos en su cuerpo con la pérdida de su movilidad. Para Cerevic (2003)[1] el duelo puede definirse como “el estado de pensamiento, sentimiento y actividad que se produce como consecuencia de la pérdida de una persona o cosa amada asociándose a síntomas físicos, desarrollo de enfermedades crónicas y emocionales. En otras palabras es una reacción emocional que se da frente a una pérdida”. Él considera que la etapa de duelo durante la vejez, permanecerá mayor tiempo dado que los adultos mayores tienen mayor dificultad para adaptarse a los cambios y la pérdida estará presente en la vida emocional de estas personas.

En una ocasión, los adultos mayores recibieron la visita de un tanatólogo quien les dio un breve taller sobre las pérdidas. Lo que se generó en ese encuentro fue un espacio en donde compartieron a sus compañeros presentes sus sentires respecto a la pérdida de sus hijos, sus parejas, hermanos, sus pares; hablaron del enojo y la molestia que les causaba el perder la escucha, la vista, dejar de ser productivos en casa, haber dejado de trabajar, y en algún momento se sintieron tristes en casa al estar solos y no compartir tiempo con alguien más, ya que sus hijos o familiares se ocupan del trabajo o el cuidado de los hijos. Recuerdo que la mayoría de los presentes compartió las emociones y sentimientos a los que se enfrentaron. Después, se realizó una dinámica en donde se dieron a la tarea de aceptar el proceso que vivieron y se les dio la oportunidad de expresar en voz alta unas palabras de despedida  para sus seres queridos y hacía ellos mismos para generar un proceso de aceptación y bienestar emocional.

El atravesar por pérdidas conlleva a adaptarse a un nuevo contexto, pero para los adultos mayores esto representa un reto mayor,  si vivir la vejez no es nada sencillo, menos lo es cuando se carecen de vínculos socio-afectivos. Por esta razón considero importante trabajar en el acompañamiento cuando se genera una pérdida: generar espacios de escucha provee a los adultos mayores de fortalezas y son ellos mismos quienes identifican estos recursos, generando  nuevas esperanzas para que ellos hagan frente a estas pérdidas.

[1] Recuperado de: Brenes, Y. (2003). Adultos (as) Mayores Construyendo procesos de duelo adecuados. Revista de trabajo social. Núm. 71. Hospital Dr.  Raúl Blanco Cervantes.